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Más de tres décadas lleva Luis Oyarzún Veneciano en Minera Los Pelambres. Ingresó el 30 de marzo de 1990, cuando la operación aún se llamaba Minera Cerro Centinela. “Esto era chiquitito, chiquitito”, recuerda con cariño quien hoy se desempeña como Maestro Mayor y Operador Mina, y que ha sido testigo directo del paso de una faena subterránea a una gran operación a rajo abierto.
Luis ha vivido cada una de las etapas de transformación de la compañía. “Hemos visto toda la transformación. Así como ha ido cambiando la minera, nosotros también hemos crecido junto con ella y nos hemos ido adaptando”, dice con orgullo. Destaca que “siempre los cambios han sido buenos y siempre para mejor”.
Se emociona al hablar de su trayectoria, especialmente por haber sido parte de la evolución de la minería chilena. “Me siento contentísimo de haber pasado los tres procesos de la pequeña, la mediana y la gran minería. Es un orgullo”, comenta.
Identificado con la competencia del Sello de Liderazgo Me Desarrollo y Desarrollo a Otros, explica que le motiva compartir lo aprendido. “Me gusta entregar los conocimientos que hemos adquirido con el tiempo. Esto nunca se termina de aprender”, afirma.
Luis Oyarzún ve con esperanza y confianza el futuro de la compañía. “Me imagino que Pelambres va a seguir creciendo como lo ha hecho, de la mano con la tecnología, la inclusión, siempre junto al Valle y su gente”, asegura.
“Pensamos estar acá hasta el último”, sostiene con la misma convicción que lo trajo hasta el cerro hace más de 30 años.
Por segundo año consecutivo, Minera Los Pelambres concretó su apoyo a la actividad ganadera en la provincia del Choapa con la entrega de 4.288 fardos de pasto, 950 insumos médicos y más de mil unidades de alimento para ganado, recursos valorizados en 60 millones de pesos y destinados a crianceros y ganaderos de sectores como Chillepín, Cuncumén, Tranquilla, Quelén Alto y La Aguada.
Antonio Rubio, subgerente de Relaciones Comunitarias de Minera Los Pelambres, explicó que “entendemos que la ganadería es parte fundamental de la identidad y el sustento de muchas familias del Choapa. Por eso, contar con un plan de apoyo previo a la temporada invernal es clave para enfrentar los efectos de la sequía y aportar a la continuidad de esta actividad. Sabemos que, al anticiparnos, contribuimos no sólo a proteger el ganado, sino también a mejorar la calidad de vida de crianceros y ganaderos que dependen de esta labor”.
Flavio Castro, presidente de la Junta de Vecinos de Chillepín, destacó que “esta ayuda será clave para enfrentar el invierno ya que garantizar un stock de alimento para los animales es uno de los mayores desafíos. Además, el alza en los precios por la escasez nos ha afectado directamente en el bolsillo, por lo que este aporte llega en un momento muy necesario”.
Juan Saavedra, criancero del sector de Quelén Alto, valoró el impacto de la iniciativa y señaló que “en años anteriores ya nos habían entregado este apoyo que nos permite tener pasto por unos meses para nuestros animales. La sequía nos ha golpeado muy fuerte todos estos años y se nos ha muerto el ganado. Por eso, estas ayudas son fundamentales para poder seguir adelante con nuestra crianza”.
Desde Cuncumén, Dagoberto Ramírez, ganadero del sector, resaltó la importancia de los insumos veterinarios recibidos: “Para nosotros es de gran ayuda porque al tener los animales desparasitados y con vitaminas, reciben mejor el invierno y no se adelgazan tanto, lo que nos permite cuidar más a los animales. Es beneficiosa esta entrega porque es algo que no tenemos y que nos sirve”.
Con este programa, los crianceros y ganaderos del Choapa han logrado asegurar alimento y cuidado veterinario para sus animales en una temporada crítica, reforzando así la continuidad de una actividad clave para la economía local y la identidad cultural de las comunidades rurales.
El llamado es claro y directo. No basta con conocer las medidas de resguardo. Es necesario aplicarlas con disciplina y responsabilidad. Las condiciones climáticas extremas que ha traído este invierno -con temperaturas bajo cero, formación de hielo en caminos y más de 70 centímetros de nieve acumulada- exigen redoblar los esfuerzos para prevenir accidentes.
La experiencia muestra que el cumplimiento estricto de los protocolos puede marcar la diferencia. Por eso, el equipo de Operación Invierno ha reforzado la necesidad de implementar cada acción preventiva en terreno, desde la correcta preparación personal hasta la coordinación activa frente a cualquier alerta meteorológica.
Víctor Aravena, jefe de Operación Invierno, advirtió que aún existe una brecha crítica que debe ser abordada. “Hemos encontrado que no conocen el reglamento de operación en condiciones climáticas adversas. Por eso es sumamente importante que lo lean, lo entiendan y si tienen alguna duda nos hagan las preguntas para poder aclarar los temas”, indicó.
Por su parte, Milton Reyes, Gerente interino de Seguridad y Salud Ocupacional de Minera Los Pelambres, reforzó el mensaje con un llamado concreto a la acción. “El llamado es a seguir las recomendaciones del equipo de Operación Invierno. Estas indicaciones, sin duda, que nos van a ayudar a todos a tener control sobre el proceso de operación invierno tanto en operaciones, mina, chancado, Chacay, Mauro y Puerto”, señaló.
Junto con la preparación técnica y el uso adecuado del equipamiento, la comunicación oportuna es clave en la gestión preventiva. Así lo enfatizó Aravena al recordar que “es importante que todo el mundo tenga el correo de Minera Los Pelambres, ya sea del propio grupo o empresas colaboradoras, para que reciban la información vía correo” sobre condiciones climáticas y otras alertas operacionales.
Entre las medidas obligatorias se encuentran el uso de crampones ante la presencia de hielo o nieve, usar vestimenta adecuada con tres capas (térmica, de abrigo y contra el agua) y realizar una postura correcta de cadenas en los puntos establecidos.
También se recomienda caminar con las manos fuera de los bolsillos, mantener siempre los tres puntos de apoyo, revisar diariamente los vehículos y conducir con precaución, sin intentar recuperar tiempo a costa de la seguridad.
En la misma línea, Reyes recordó que tener los procedimientos a mano no basta si no se convierten en hábitos. “Estas recomendaciones, tal como ustedes saben, están en nuestro Reglamento, en nuestro procedimiento, pero hay que hacerlas propias, hay que implementar, hay que difundir y hay que corregir cuando sea necesario”, enfatizó.
Más de 400 personas, 92 horas ininterrumpidas de trabajo, 400 piezas de revestimiento, 30 viajes en camiones y la coordinación de seis empresas. Toda esta logística marcó la reciente mantención mayor de la cuarta línea de molienda en la planta concentradora de Minera Los Pelambres, un proceso clave para asegurar la continuidad operacional y consolidar los avances en confiabilidad logrados durante el último año.
“Con esta mantención nosotros partimos el segundo bloque de mantenimientos mayores en este año. La disponibilidad de los activos en la planta es clave para lograr los resultados del negocio”, afirma Luis Pérez Avendaño, Superintendente de Planificación de Mantenimiento Concentradora y actual Gerente interino de Mantenimiento. En esta ocasión, se incluyeron mejoras como el cambio de revestimientos por versiones reforzadas y la renovación de correas del circuito de Pebbles.
Desde su puesta en marcha, la línea cuatro presentó un desafío especial al ser una instalación completamente nueva, sin historial. “Nos encontramos con muchos temas de diseño y mantenibilidad que desde el rol de confiabilidad fueron difíciles de abordar en un principio”, recuerda Daniel Arévalo, Ingeniero de Confiabilidad de Molienda.
Para enfrentarlo, el equipo implementó planes específicos de intervención que permitieron identificar causas raíz y aplicar mejoras técnicas en tiempo récord. “Cambiamos cosas que venían originales del proyecto, trabajamos con una empresa de ingeniería que nos ayudó a acelerar todo lo que había que modificar”, explica Arévalo.
Esa misma visión compartida fue clave para sortear los desafíos logísticos y operativos de esta mantención, que implicó mover cerca de 400 personas, organizar turnos día y noche, facilitar espacios de habitabilidad y ejecutar el recambio de unas 400 piezas de revestimiento, además de dos correas. Todo eso en apenas cinco días.
Según Sebastián Villagra, Superintendente de Ejecución Molienda, fueron “varios puntos relevantes que lleva que los equipos conversen, tomen acuerdos, se respeten, se haga un control y seguimiento de esto, entonces son varias energías del equipo involucradas”.
Además del resultado técnico, el trabajo en equipo fue fundamental. “En conjunto nos alineamos todos para ir al bien común que era poder dar la disponibilidad y el requerimiento que el negocio necesitaba para sostener la operación”, agrega Arévalo.
El esfuerzo rindió frutos. “Terminamos la mantención dentro de los tiempos, siempre con seguridad”, valora Luis Pérez, quien agrega la importancia del aprendizaje constante: “Siempre van a existir oportunidades y en eso nosotros como mantenedores nos miramos para dentro, vemos la mejora continua y, sin duda, que vamos a trabajar en ellas”.
La mantención de la cuarta línea no solo fue una operación técnica de gran envergadura, también fue una expresión concreta del compromiso, la coordinación y el aprendizaje que requiere mantener en marcha una operación minera compleja. Un esfuerzo colectivo que pone en valor la experiencia de los equipos y su capacidad para enfrentar nuevos desafíos sin perder de vista la mejora continua.